Hoy se conmemora el trigésimo aniversario del Colegio Alcázar de Las Condes, y el sentido profundo de este hito fundacional nos hace reflexionar, más que en la justa y merecida celebración, en la necesaria evocación de su historia; en aquellos que con visión de futuro e inteligencia sentaron las bases de un «Proyecto Educativo» moderno, innovador y flexible que hoy en día es un referente de excelencia académica y sólida formación valórica, que lo ha proyectado al futuro con la confianza de estar en la senda trazada por sus fundadores.
Hoy es justo reconocer los innumerables desafios que ustedes han sabido enfrentar, desde pasar de impartir solo educación primaria a entregar formación secundaria integral; implementación de la jornada escolar completa; reformas curriculares; enseñanza del inglés; digitalización académica; evaluaciones estandarizadas nacionales; desarrollo del currículo por competencias; educación a distancia por pandemia; inclusión escolar; cambios en la formación y convivencia escolar y finalmente la ejecución del desarrollo estratégico institucional centrado en la mejora educativa y valórica. Todos estos retos y cambios se han asumido con el trabajo constante y decidido apoyo del equipo directivo, docentes, asistentes de la educación y de toda la comunidad escolar, son ustedes los que han tenido la notable capacidad de incorporar la modernidad, preservando los valores y principios propios del Colegio.
Por sobre todo, hoy conmemoramos a las generaciones de alumnos que han egresado del Colegio con el indeleble sello alcazariano que los distingue como ciudadanos de bien y como miembros valiosos de la comunidad nacional. Este es el logro más trascendente de este aniversario y la razón de ser del Colegio y de su Proyecto Educativo Institucional.
Junto con reiterar mi saludo por este nuevo aniversario, así como el reconocimiento y agradecimiento a todos quienes han sido partícipes de este maravilloso desafio, es propicio recordarles que el nombre «Alcázar de Las Condes«, no solo significa literalmente la fortaleza; también nos evoca el lugar donde se vive y se educa en común; nos recuerda que es el refugio donde siempre se puede volver y es la atalaya que desde lo alto ha iluminade a tantas generaciones de estudiantes.
René Palavecino Ponce
Gerente General
Fundación Alcázar