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¿Por qué cada 21 de mayo los chilenos debemos recordar a los héroes de Iquique?

Departamento de Historia, Colegio Alcázar de Las Condes

“Los héroes de Iquique dejaron señalado el camino de la victoria: cada chileno se sintió comprometido con el ejemplo y comprendieron que había que seguir la ruta de la entrega total al servicio de la nación en guerra.”

Cuando viajes a Valparaíso, una visita obligada es visitar la cripta Monumento y Cripta a los Héroes de Iquique, ubicado en la Plaza Sotomayor. En este lugar yacen los restos de 22 de los 317 marinos que libraron el Combate Naval de Iquique y Punta Gruesa. ¿Por qué habrán sido tan importantes estos combates en el desarrollo de la Guerra del Pacífico?

Lo primero que debes comprender es que, en el contexto de la Guerra del Pacífico (1879-1884)  la estrategia de las fuerzas armadas chilenas fue mantener un bloqueo en los puertos peruanos, para así evitar el envío de refuerzos y suministros a las zonas en disputa.  En esa estrategia, el Almirante Juan Williams Rebolledo decide emprender rumbo hacia el puerto del Callao, en Perú, manteniendo el bloqueo del puerto de Iquique a cargo de los buques más viejos, la corbeta «Esmeralda», la goleta «Covadonga» y el transporte «Lamar».

 Al llegar al puerto los buques peruanos se percataron que las tres naves chilenas estaban solas en el puerto de Iquique, por lo que el monitor «Huáscar» y la fragata blindada «Independencia» se dirigieron al encuentro de los buques chilenos.

La «Esmeralda» se enfrentó con el monitor «Huáscar» en lo que se conoce como el Combate Naval de Iquique, mientras que la «Covadonga» se dirigió al sur para enfrentar a la «Independencia» en el combate llamado de Punta Gruesa. Así el conflicto se dividió en dos. 

Será en la rada de Iquique el sitio donde se desarrollará una de las más grandes hazañas que recordaremos en nuestra historia. El sacrificio que realizaron los oficiales y la tripulación de la corbeta Esmeralda al enfrentarse a un invencible enemigo, el monitor peruano “Huáscar”. A pesar de ello, el Comandante Prat  ordenó tocar «atención» y arengó a su tripulación:

«Muchachos: La contienda es desigual, pero, ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Por mi parte, os aseguro, que mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber». 

Luego, sacándose la gorra, la batió en el aire gritando «¡Viva Chile!», lo que la tripulación respondió con gritos similares.

Lo ocurrido en ese combate estuvo lejos de ser una derrota para la armada chilena. De no ser por la valentía y la decisión del capitán Arturo Prat Chacón, el triunfo de la campaña de Antofagasta habría estado seriamente comprometida, junto con la vida de 2500 soldados que viajaban en un convoy rumbo a la ciudad de Antofagasta. El Capitán Prat, frente a esta situación decidió el más noble y memorable de los actos, dar su vida en el cumplimiento de su deber. 

Un poco más al sur se libró el segundo combate entre la goleta cañonera Covadonga y la nave peruana independencia. Con una gran astucia y estrategia, el Comandante Condell decidió pasar sobre los bajos de Punta Gruesa, tocando ligeramente con la quilla de su nave. Inmediatamente el comandante chileno comprendió que su enemigo, de mucho mayor calado, no pasaría por las rocas y que indefectiblemente se vararía, exclamando festivamente “¡Aquí se fregaron!”. Luego de un intenso fuego sobre la nave peruana, decidieron finalmente parlamentar y presentar la rendición del buque peruano. El brillante triunfo obtenido por la vieja y débil goleta cañonera “Covadonga”, fue un golpe que la Marina del Perú no pudo superar jamás en el transcurso de la Guerra del Pacífico. 

En el corto plazo, tanto la resistencia de la “Esmeralda”, como la pérdida de la “Independencia”, significó para el Perú, el no poder ejecutar su plan de capturar el convoy con tropas ni destruir las máquinas resacadoras de agua de Antofagasta, garantizando el triunfo de las fuerzas chilenas en la campaña de la región. 

Las consecuencias de largo plazo de estos combates se pueden observar en la exacerbación de la moral que acompañó a las fuerzas chilenas durante toda la guerra, que permitió lograr la victoria final a pesar de los inmensos sacrificios y penurias soportadas por nuestro Ejército y Armada. 

Los actos heroicos del capitán Prat y la de los tripulantes de la Corbeta Esmeralda Inflamaron el espíritu patriota de los chilenos y reforzó la tradición de la armada chilena iniciada desde tiempos de la independencia de nuestra república, a través de su lema inmortalizado en bronce en sus buques y escuelas de formación: “VENCER O MORIR”.

Recibimos un saludo especial del Vicealmirante Ignacio Mardones, Director General del Territorio Marítimo y Marina Mercante de la Armada, en esta semana que celebramos las Glorias Navales:

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