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Cuando dejó su trabajo en el Ejército de Chile, Naim Tallar tuvo la posibilidad de formar parte del nuevo proyecto que se venía gestando en Las Condes, de crear un colegio que entregara educación de calidad a hijos de funcionarios de la Institución.
Justamente sería la primera cara con la que se encontrarían niños y apoderados al entrar al colegio por primera vez, su recibimiento amable y respetuoso no ha pasado inadvertido por quienes han tenido la oportunidad de conocerlo.
Es ese cariño el que representa y que nunca imaginó que podría llegar a recibir. “Ha sido una maravillosa experiencia trabajar con tantos niños. Siempre converso con ellos y me cuentan sobre sus cosas, sus notas y yo los aconsejo… Es muy reconfortante sentir el cariño de tantos alumnos que han pasado por estas aulas. Cuando he recibido premios por años de servicio, me aplauden tanto que casi se cae el colegio… eso es muy lindo”, recuerda Naim.
Don Naim, llega al colegio a las 06:45 hrs y es tanto lo que le gusta su trabajo que dice que en la tarde no tiene ganas de irse… Él está encargado de recibir y despedir a los alumnos en la puerta del colegio; da indicaciones a quienes lleguen al establecimiento por primera vez; es quien toca la campana durante los recreos y claro que está dispuesto a realizar otras tareas si así lo requieren.
Este año, en que la Pandemia ha afectado a nuestro país, él ha tenido que estar confinado en su casa desde el 19 de marzo. Con sus 79 años, es parte de la población de riesgo, por lo que no ha tenido otra opción que cuidarse al máximo. Vive en su casa con su señora y dos de sus cinco hijos, a quienes les agradece por estar presentes en todas sus necesidades para que pueda estar seguro en su hogar. Sin embargo, dice que extraña mucho su trabajo en el colegio y como tan tranquilo en su casa no puede estar, se ha puesto a trabajar en carpintería que siempre ha sido algo que le gusta mucho. “Me he puesto a lijar muebles y a arreglar cosas… Es que desde los 7 años que trabajo y estoy acostumbrado a eso. El día que deje de trabajar me voy a morir”, señala.
Don Naim dice que extraña mucho a sus compañeros de trabajo, anhela volver al colegio y recuerda todos los días esas conversaciones que tenía durante los almuerzos, antes de “este maldito virus que nos tiene a todos separados”, expresa.
Para él, estos 25 años han pasado muy rápido, “parece que llegué ayer al colegio”, recuerda. Sabe que es parte importante de este Alcázar, pues así se lo han hecho saber tanto los alumnos, como los apoderados, sus compañeros de trabajo y también las autoridades. “Agradezco mucho el cariño de las personas que sólo me han entregado cariño y respeto durante todos estos años”, enfatiza.